miércoles, 2 de mayo de 2012

5.1 Malher, Strauss, Wagner y Stranvisky

 MAHLER:
El Vienés compositor y director de orquesta fue destacado por composiciones están consideradas entre las más importantes del postromanticismo.
 En las primeras décadas del siglo XX, Gustav Mahler era considerado uno de los más importantes directores de orquesta y de ópera de su momento. 
Mahler era un judío converso al catolicismo para asegurarse su puesto.



STRAUSS:

 Strauss nació el 11 de junio de 1864, en Múnich, en una familia de la alta burguesía de Baviera dedicada a la industria cervecera. Fue hijo de Franz Strauss, intérprete solista de trompa en la Ópera de la Corte de Múnich, y muchos miembros de su familia eran músicos, por lo que recibió una educación musical completa ya en su juventud
A finales del siglo XIX, Strauss dedicó su atención como compositor a la ópera. Sus primeros dos intentos en el género, Guntram (1894) y Feuersnot (1901) fueron rotundos fracasos. Pero en 1905, Strauss produjo Salomé (basada en el drama de Oscar Wilde) y la reacción fue tan apasionada y extrema.
Strauss grabó un gran número de registros discográficos, tanto de sus propias composiciones como de músicos del repertorio austro-germánico. 


WAGNER:

Fue un compositor, director de orquesta, poeta, ensayista, dramaturgo y teórico musical alemán del Romanticismo. Destacan principalmente sus óperas en las que, a diferencia de otros compositores, asumió también el libreto y la escenografía.
Inicialmente empezó  como compositor en obras como El holandés errante y Tannhäuser
que seguían la tradición romántica de Weber y Meyerbeer.

Sin embargo, sus ideas sobre la relación entre la música y el teatro cambiaron  e introdujo algunas formas  tradicionales en las obras de su última etapa, como en Los maestros cantores de Núremberg.

























STRAVINSKY:

 Compuso La consagración de la primavera;  es un ballet en dos actos basado en la Rusia pagana, con música del compositor ruso Ígor Stravinski y coreografía de Vaslav Nijinsky creado para los Ballets Rusos de Sergéi Diágilev. Es una de las obras más revolucionarias  de toda la música clásica por sus innovaciones en armonía, ritmo y timbre. Fue estrenada en París en el Théâtre des Champs-Élysées el 29 de mayo de 1913 con Pierre Monteux como director de orquesta. Tuvo gran rechazo en su época, provocando que en el segundo acto se tuviera que contener al público.
En la partitura se agrega al título la siguiente frase: "Imágenes de la Rusia pagana". El escándalo que acompañó a esta representación fue célebre y se criticó tanto la música de Stravinski como la coreografía de Nijinski.

 

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